1) Ofrezcan cristianos
2) ¿Qué has visto de camino?
3) Primicia de los muertos
1) Introito y Kyrie
2) Dies Iræ
3) Tuba mirum
4) Rex tremendæ
5) Recordare
6) Confutatis
7) Domine Jesu Christe
8) Hostias
9) Lacrimosa
10) Sanctus
11) Benedictus
12) Agnus Dei y Lux æterna
Orquesta de Cámara de la Ciudad de México
Coro de Cámara de México
Natalia Ríos, soprano solista
Arlem Mancheque, alto solista
Alfredo Rodríguez, tenor solista
Erick Zamudio, bajo solista
Luis Gerardo Rábago, director
El presente programa tiene como figura central a Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), célebre artista quien dejó este mundo con 35 años cumplidos habiendo escrito más de 600 obras de arte de absoluta perfección.
Es motivo de mucha honra presentar su Réquiem K. 626, puesto que, dentro de su exquisitas piezas de arte sacro, Mozart expresa en esta partitura los afanes del hombre que deja atrás los asuntos del mundo y la carne, se dirige a Dios desde la más humilde soledad con esperanza, de manera inquieta, vigorosa y suplicante para después volver al modo claro y limpio que conocen sus manos de creador, de violinista, director verdaderamente genio, del joven músico que nunca encontró en su quehacer, dificultad alguna: su obra fluye siempre así, sin problemas, sin señales de complicaciones, no hay en ella una sola falla, ni error ni corrección, se trata de una producción absolutamente perfecta.
Sabemos que Franz X. Sussmayr, alumno, amigo y confidente de Mozart culminó la composición a su muerte, incluso es muy probable que el propio Mozart le haya transmitido indicaciones al respecto; lo cierto es que la labor de poner a la misa las partes faltantes es admirablemente exitosa.
El extenso catálogo de Mozart ofrece todas las formas musicales en uso durante la segunda mitad del S. XVIII, a diferencia de Bach, Mahler y Brahms el bien nombrado Amadeus (amor de Dios) escribió óperas magníficas desde muy temprana edad, su facilidad melódica, junto con la exactitud con que las armonías que elige, el fastuoso e imaginativo arsenal de recursos creativos que no dejará de sorprender a quienes se acercan a su música, ya sea en calidad de diletantes, intérpretes o estudiosos lo colocan como el máximo genio de la historia de la música de occidente.
Por lo que hace a la primera pieza del programa, “Victimæ Paschali Laudes” de la autoría de Andrés Gastélum, se trata, ante todo, de un estreno mundial creado especialmente para la ocasión que nos convoca. Es un trabajo dividido en tres partes, creado con oficio, devoción y, en especial, con verdadero entusiasmo. Creemos que esta obra se abrirá camino entre las buenas partituras de arte sacro de reciente producción en México.
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