
En el barrio de San Juan Moyotlán, perteneciente a la antigua república de indios de San Juan Tenochtitlán, de la Ciudad Novohispana de México-Tenochtitlán, existió una ermita que en 1524 el franciscano fray Pedro de Gante consagraría al Evangelista San Juan y funcionaría como auxilio en la impartición de los sacramentos de la parroquia de San José de los Naturales, ubicada dentro del complejo conventual de San Francisco el cual estaría en un solar cercano al centro ceremonial Tenochca en el siglo XVI.

Más tarde en 1592, el gobernador, alcaldes, regidores y principales del barrio de San Juan Moyotlán ofrecieron al provincial y definidores de los franciscanos su iglesia y la casa de la comunidad que tenía adjunta, para albergar un nuevo convento de religiosas clarisas, con la condición de que la iglesia conservara su advocación original y tuviera los suficientes espacios para seguir con las costumbres que ya tenían marcadas en los días de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, pero además solicitaban que pudieran enterrar en la iglesia a los feligreses de dicho barrio.

El gobernador y todo el sequito de principales Tequitlatos, hicieron una relación al virrey Luis de Velasco II, en la que asentarían sus condiciones para así en 1592 obtuvieran la anuencia de fray Rodrigo de Santillán, provincial del Santo Evangelio y del Cabildo y el virrey el permiso para establecer un convento el cual llevaría el nombre de San Juan de la Penitencia, y se establecería conforme a una bula de Pio V, quien otorgo licencia a Diego de San Román establecer el convento de monjas convertidas de la penitencia bajo la regla de Santa Clara. El convento fue edificado con los indios de servicio y, una vez listo, los franciscanos solicitaron al deán y al cabildo las licencias necesarias para su establecimiento, por haber sede vacante.

A pesar de estar en el antiguo barrio indígena de Moyotlán, el monasterio fue fundado para monjas españolas. En julio de 1598 y funcionó bajo la jurisdicción de los franciscanos de la Provincia del Santo
Evangelio. De la primera iglesia. Se sabe que fue transformada en el templo monjil de San Juan de la Penitencia en 1604. Tocando a Juan Salcedo de Espinosa trabajar en la antigua capilla de indios que se hizo en el cementerio y esta se arruinara por un terremoto acaecido por esos años, y como sólo hubo dinero para hacer la capilla mayor y el coro -que evidentemente estaba a un lado de ésta-, la nave estuvo al descubierto durante años, hasta que el tesorero de la Santa Cruzada y prebendado de la catedral, don Juan de Ontiveros Barrera, la acabó y pudo dedicarse el 30 de enero de 1649.

Para 1695 la primera iglesia tuvo que demolerse y fue rehecha, de acuerdo con la escritura del 16 de septiembre del año anterior, mediante la cual doña Juana de Villaseñor Lomelín se comprometió a construirla. Era viuda del capitán don Francisco Canales Gacio, quien fue caballero de Calatrava. Y la cual se había convertido en la novicia capuchina Sor Oliva. Por medio de sus apoderados, don Manuel de Urrutia Salazar, también de Calatrava, y don Alonso Dávalos Bracamontes, ofreció $70,000 pesos y pidió para sí el patronato; pero reflexionó y, deseando librarse de toda vanidad, sólo quiso que a cambio se recibiera a cuatro religiosas, para lo que dio $8,000 pesos más y $100 pesos anuales para
cada una.

La iglesia fue estrenada el 24 de enero de 1711 con compás o atrio, dos puertas gemelas, torre de dos cuerpos y una cúpula, sin tambor sobre el presbiterio. Jacinto Nadal y Lluvet se ocupó de su retablo. Se veneró especialmente a la Virgen del Perpetuo Socorro, cuya cofradía existió desde 1613 y para la que se hizo retablo y se esculpieron los siete príncipes en 1733.

El templo, con sus dos portadas iguales y porticadas, cúpula sobre el presbiterio y torre de dos cuerpos, así como los retablos barrocos se conservaron hasta 1853, año en que se empezó a modernizar la iglesia, la cual dos años más tarde seguía en obra. Tuvo altares bien adornados y estucados en blanco y oro, de acuerdo con el gusto del momento. El atrio estuvo enrejado. De época inmediatamente anterior a la exclaustración data la espléndida reja de hierro fundido del coro alto. Durante la refundición de los monasterios se alojaron en San Juan de la Penitencia las religiosas de Santa Isabel y también las de Santa Brígida, a pesar de ser de otra orden. Debido al excesivo incremento de la población conventual se azolvaron las cañerías y, con ello y las lluvias, sobrevinieron inundaciones, la falta de desagüe de las aguas negras afectó la salud de las monjas. Y con la Guerra de Reforma, el convento fue desalojado y posteriormente fue vendido al empresario Ernesto Pugibet en 1890.

En el lugar, Pugibet construyó una fábrica de cigarros cuyo nombre era El Buen Tono, la cual creció rápidamente y requirió la construcción de instalaciones adecuadas para continuar su expansión. Por ello, el convento fue demolido y sólo quedó en pie la iglesia. La construcción de la fábrica de El Buen Tono estuvo a cargo de Miguel Ángel de Quevedo, quien se convirtió en el arquitecto favorito de Pugibet.

Posteriormente, la iglesia también fue demolida, pues se pretendía construir un teatro para los trabajadores de El Buen Tono. Sin embargo, los empleados solicitaron a su patrón que se respetara la consagración del predio y en su lugar se construyó el actual templo, también diseñado por Miguel Ángel de Quevedo. La iglesia fue levantada en menos de dos años.

El nuevo templo fue dedicado a la Virgen de Guadalupe, en honor a Guadalupe Portilla, esposa del tabacalero. La consagración se realizó el 29 de enero de 1912 y contó con la presencia de Sara Pérez Romero, esposa de Francisco I. Madero.

El edificio es de estilo ecléctico y posee una marcada influencia de la arquitectura francesa. En su decoración destaca una linterna metálica traída de Francia, así como vitrales circulares. Su interior, sobrio y elegante, es de color blanco y posee una gran cantidad de vitrales. Al frente, un altar de la Guadalupana es rematado con una cúpula en medio círculo. Posee un órgano tubular producido en Reino Unido de la marca J. W. Walker & Sons Ltd. En 2012, la Iglesia de El Buen Tono fue restaurada como parte de la conmemoración de su cien aniversario.

Actualmente, el resto de los terrenos del convento novohispano se encuentran ocupados por la XEW, el Mercado de San Juan y diversos locales comerciales.
Recuerda que el próximo martes 23 de mayo 2023, la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, El Buen Tono, será la sede del Concierto por la Juventud, Compases por Vidas Dignas, en beneficio de los jóvenes de proyectos impulsados por Cejuv. Si quieres vivir esta increíble experiencia, da clic aquí para hacer tu donación